En la quietud de la noche
los ojos centellean dichosos
de la oscuridad que los oculta.
Furtivos se lanzan sobre sus victimas
insaciables de deseo, insasiables de noche.
La penumbra de terciopleo
se descuelga suavemente
tocando tus dormidos pechos
y besa tus labios soñadores.
Mis garras de animal acarician tus muslos
y mi aliento de bestia en celo
se desliza por tu cuello.
lunes, 7 de abril de 2008
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